Una de las cosas que más me impacta sobre la película, es el hecho de que Sam llegó al punto de tener que aceptar que él conoce que no es perfecto, que él está consciente de su discapacidad y que ojalá fuera como los demás. La abogada, quien muchos verían como una persona “normal” y con un hogar bien establecido, le demuestra que las personas como ella era infelices y eran menos perfectos que Sam mismo. Con su diálogo, Sam demuestra cómo le ha afectado las burlas incesantes, y cómo la gente lo ha tratado a lo largo de los años. Sin embargo, su amor por su niña le lleva a superarse a sí mismo una vez más.
Definitivamente esta película es una de las películas que provocan el autoanálisis y el tomar consciencia sobre el trato que se les da a las personas excepcionales. Vivimos en un mundo donde buscamos siempre tener posiciones privilegiadas, ser el más respetado por todos; sin embargo, se nos olvida que en las cuestiones del amor, el respeto y la consideración que anhelamos recibir, es necesario brindarlos primero. Como pudimos discutir en clase, una persona con discapacidades no tiene porqué sufrir una minusvalía, y definitivamente nosotros los ciudadanos debemos procurar que nuestros amigos, familiares o desconocidos mismos que sean excepcionales gocen de los mismos beneficios y de un trato igual de humanitario como el que esperamos recibir nosotros. Deberíamos nosotros trazarnos como meta ser como ellos, excepcionales, y no pretender hacer que ellos se conviertan en lo que somos nosotros.
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